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 No todo es lo que parece....

Debido a la mala fe de muchos mal llamados profesores de kung fu, que lo único que hicieron durante décadas fue enseñar una mezcla de artes marciales (karate, aikido etc) y técnicas inventadas por ellos mismos, se logró mal informar a las personas verdaderamente interesadas en el Wushu, e hicieron que esas personas deseosas de practicar un arte marcial tan famoso comenzaran a perder las ganas y a defenestrar al Wushu kung fu, sin saber que lo que hacían no era otra cosa que un mamarracho, y no verdadero Wushu. Dado que Xiwang es la única escuela en Bahía Blanca habilitada por la Federación Argentina de Wushu Kung Fu, único ente reconocido por el mayor organismo de Wushu mundial, la International Wushu Federation (IWuF), nos vemos en la obligación de informar al público en general algunos aspectos para reconocer una escuela poco confiable:

*"Profesores" o "Maestros" que no corrigen a sus alumnos.
*Usar los trajes típicos de Karate pero negros, (hoy en china se ha dejado de usar la ropa tradicional solo se practica con remera, pantalon y zapatillas).
*Dedicarle solo diez minutos a la parte de Tao Lu (Formas).
*Ver pocos ejercicios de elongación, (esta parte es muy delicada debido a que personas no idóneas pueden producir lesiones graves en los alumnos).
*Al demostrar una técnica golpear a los alumnos en forma innecesaria, (por lo general tratan de ocultar su ignorancia aplicando violencia sobre los alumnos).
*Enseñar técnicas extremadamente difíciles a los alumnos novatos (por lo general ni ellos mismos la conocen mas allá de un corto video - riesgo de lesión)
*Que el examen sea tomado por la propia persona que enseña, (en las escuelas serias el alumno es examinado por profesores de la Federación Argentina de Wushu).
*Encontrar nunchakus es un mal signo.
*Personas que ante un par de preguntas técnicas denotan un alto grado de inseguridad siendo sus respuestas ambiguas y por lo general derivan la cuestión hacia un plano filosófico.
*Dedicarle gran parte de la clase a lo que ellos llaman combate, defensa personal o lucha. Según la escuela por lo general consiste en dos personas que aplican patadas y puños al azar mientras el profesor se queda parado o camina mirando como si estuviera atento a todo, pero en realidad le resulta mas fácil "hacer pasar" el tiempo de clase haciendo golpearse estúpidamente a sus alumnos, (Las escuelas dedicadas al San Shou PROFESIONAL si realizan los combates pero de una manera muy específica, con método y técnica y por lo general tienen algún alumno en el circuito deportivo ).
*Una escuela donde no se hacen correderas ni Ji Beng Gong claramente no es una escuela de Wushu.
*"Hacer pasar" el tiempo de clase llegando tarde, terminando antes la clase y/o hablando en demasía, las correcciones se hacen a cada alumnos en particular salvo algún punto que sea muy básico y sirva para toda la clase de otra forma no tiene sentido cortar una clase para explicar cosas innecesarias.
*Profesores relativamente jóvenes en un deplorable estado físico es un mal signo para una escuela de Wushu.
*Decir que el Wushu nace en el templo Shaolin es otro signo de que estamos en una escuela poco confiable.
*Maestros que derrotan oponentes con el Chi por lo general son personas delirantes

Si usted practica en una escuela en donde claramente se ven varios de los anteriores ítems, no solo está perdiendo su dinero, su tiempo y corriendo riesgo  de  sufrir lesiones severas, sino que está ayudando a manchar el nombre del Wushu y de la innumerable cantidad de Profesores que se esforzaron desde hace siglos y que se esfuerzan por perfeccionar este arte; además, contribuye a destruir una importante parte de la herencia cultural de China como es el Wushu

E. Raul Villarreal.
Instructor Escuela Xiwang

 

El Wushu y los chicos

En el caso de los niños, lo primero que se busca es que el chico entienda que las Artes Marciales no son magia, y que están un tanto alejadas de su imaginario colectivo (cine, tv, dibujos animados). De a poco el niño comprende que todas las habilidades aprendidas deben ser practicadas incansablemente. Comineza a diferenciar un movimiento bien hecho de uno mal hecho. Siempre mostrándole aspectos generales de la técnica marcial, primero aprende algo parecido a lo que debería ser (lo que se llama "gesto tecnico"), y luego lo empieza a pulir teniendo en cuenta uno o dos aspectos a la vez, dependiendo de la capacidad y la edad del niño.
La enseñanza va de lo simple a lo complejo, y teniendo en cuenta las limitaciones de cada caso. En las primeras clases se busca enriquecer los patrones motrices, mediante ejercicios simples no marciales, a la vez que se lo va acondicionando fisicamente para la practica del Wushu, que requiere una alta preparacion fisica en sus niveles superiores.
Los objetivos generales del Wushu Kung Fu son mejorar la salud, y proveer bienestar psicofisico. Un aspecto importantísimo en la enseñanza en los niños, es la contribución a su personalidad; el niño descubre que es capaz de hacer muchas cosas que creia irrealizables por él, esto produce un beneficio en autoconfianza y autoconocimiento. De esta manera se va moldeando una seguridad en la persona, que favorece el comportamineto social del individuo. Por ejemplo, casos de niños introspectivos, timidos, callados; cambian paulatinamente su modo de interactuar con sus pares, comenzando a expresarse con mas soltura, cambiando con el tiempo su rol en su circulo social.
Tratamos de descubrir los obstáculos, los limites del chico, y los alentamos a superarlos. El resultado es un cambio positivo en la persona, logrando que sea más resuelta ante los problemas cotidianos.
Mas allá de lo deportivo, la defensa personal está implícita en la práctica, todos los movimientos son de ataque-defensa, que el niño, de a poco y a medida que madura, comprende. No alentamos la practica del combate en los niños en ninguna de sus etapas.
Los contenidos esteticos del Wushu lo hacen una de las Artes Marciales preferidas por grandes y chicos; su raiz milenaria y sus contenidos morales, lo hacen único a la hora de elegir un deporte individual.


Leandro Martinaschi
Director Escuela Xiwang de Wushu

 

 

 

Errores mas comunes en las rutinas de competicion

Las formas de competición del Wushu Contemporáneo son lo más buscado entre los practicantes e instructores de ese arte. Es triste ver hoy en día como se le enseña a cualquier practicante, sin poseer el nivel adecuado, una forma avanzada o intermedia para utilizarla en competiciones. Hay niños de no más de 9 años que ejecutan formas de Zui Chuan (puño borracho) por ejemplo, que sin saberlo están haciendo quedar mal al Wushu. Esto es debido a que el instructor, en afán de asegurarse una alta matrícula, enseña rutinas avanzadas a personas no capacitadas para ese tipo de técnicas. Eso no importa, total, los alumnos van a creer que es el mejor instructor porque les enseña cosas que otros no.
El daño que causa este tipo de proceder es grave, uno ve esas ejecuciones, aún sin ser un experto, y siente verguenza ajena en algunos casos. Todo esto contribuye a desprestigiar nuestro valioso arte. Los alumnos no tienen la culpa de este mal, sino que ésta recae directamente en el instructor.
No obstante hay casos en los que un instructor calificado puede decir que está bien enseñada tal o cual forma, pero siempre va a haber errores visibles que hacen la diferencia a la hora de subir al podio.
Comencemos por algunas técnicas comunes de los estilos Chang Chuan y Nan Chuan:
Posturas:
Arco y flecha: el error más común de todos, y más visible, es la rodilla trasera en flexión. Hace ver a la postura débil y un juez puede detectarlo fácilmente. Otro error a veces desapercibido es el pié trasero sin contacto con el suelo, o sea la suela de la zapatilla “levantada” creando un hueco debajo.

Jinete: La colocación de los pies hacia afuera, hace que se pierda el sustento y es altamente visible. A veces se muestra también la postura “poco ancha”, o sea la distancia entre los pies es insuficiente. A veces, por querer bajar la postura más, se inclina el torso hacia adelante, ésta es una falta muy común.
Paso vacío: el atleta está demasiado inclinado. El torso necesita una leve inclinación hacia adelante, pero no demasiada. La separación de las piernas aparece a veces muy grande, éstas deben separarse por la distancia de un “paso de hombre” aproximadamente. También se ve la apoyatura del talón del pié “vacío” otra falta común.
Postura en una pierna: elevar el muslo insuficientemente es un error. Este debe estar en diagonal hacia arriba. La punta del pié elevado debe señalar el piso. La oscilación o pequeños saltos por pérdida del equilibrio es muy común.
Postura cruzada baja: El atleta se debe “sentar” en el talón del pié atrasado. La rodilla de esa pierna no debe tocar el piso.

Patadas:
Lateral: el pié sobre el que está parado no gira correctamente. La pierna que patea no llega a extenderse en su totalidad. Patada baja en altura es el error más común. No inclinar el tronco hacia atrás en la ejecución de la patada es un error muy visto.
Claqueta: una de las patadas características del Wushu, golpeando la palma de la mano en el empeine. El error más visto es encorvar la espalda hundiendo el pecho. Otra falta común es golpear la tibia en vez del empeine.
Abanicos: el error en que más incurren los competidores es la rodilla flexionada.

Saltos:

La “toma de tierra” o “aterrizaje” violento, el atleta debe “posarse como un pájaro” como reza uno de los principios del Wushu. En patadas con salto es muy común ver la no extensión de la pierna que patea. Butterfly con piernas muy flexionadas.
Este tema merecería un tratado aparte. Pareciera ser que la
mayoría de las escuelas de Wushu, privilegian los saltos y acrobacias por encima de la técnica. Muchos profesores de nuestro país dan un puntaje alto a un competidor que ejecuta una técnica pobrísima pero realiza saltos “altos” (sólo “altos”, sin técnica). La quejas recibidas por instructores y hasta padres de competidores son moneda corriente: "cómo no ganó mi nene que salta tan alto?! Cómo no ganó mi alumno que hizo ese salto mortal?!". Afortunadamente en la FAWK ya no existe ese tipo de proceder, y con el tiempo se está adoptando una mirada más crítica.
Un buen salto con elegancia y limpieza, acompañado de una técnica depurada es lo que se debe buscar. Es lo que marca la diferencia entre un atleta entrenado y uno no dedicado.
No olvidemos que practicamos un “Arte Marcial”, y no en vano se usa la palabra Arte para designar a nuestra disciplina. Si despojamos a las formas de la calidad técnica, la belleza, y la pureza de estilo; estaremos retrocediendo en la evolución, de lo que es para nosotros, el más completo y hermoso Arte Marcial: el Wushu.

Leandro Martinaschi 
Seleccionado Argentino de Wushu 
Escuela Xi Wang de Wushu






Los prejuicios sobre oriente, en las artes marciales chinas.
 
Ayelen Sanchez
Licenciada en Filosofia UNS
Reflexionar acerca de cómo conocemos oriente, como lo entendemos y lo presentamos frente a nosotros mismos, sea acaso más fructífero que pensar acerca del mundo oriental en tanto objeto “en si”. Esta reflexión se ha instaurado en el mundo académico a través de una discusión sobre el carácter que ha asumido la red de prejuicios con las que occidente se ha acercado al mundo oriental. Estos prejuicios conforman aquella actitud intelectual y política conocida como “el orientalismo”.  Edward Said, en su obra Orientalismo, dedica gran parte de su introducción a definir este fenómeno como una “institución colectiva” que se desarrollo en Europa a finales del siglo XVIII, con carácter y fines homogéneos: investigar, describir, enseñar, juzgar moralmente, y decidir sobre oriente. Esta institución intelectual ha tenido como base una distinción ontológica y epistemológica fundamental entre occidente y oriente, que ha servido para elaborar una serie de concepciones fantásticas y exóticas con respecto a “eso otro”  que era el mundo oriental. 
Una de las criticas a los desarrollos de Said, van a venir dadas por Ziauddin Zardar, en su obra Extraño oriente. El error en el que incurre Said, según este autor, es presentar al orientalismo como un sistema monolítico, es decir, pretender caracterizarlo a partir de un conjunto de desarrollos teóricos lineales y homogéneos. Detrás de esta pretensión, se esconde una concepción esencialista del orientalismo, al entenderlo como un discurso fijo e inmutable, y pasar por alto de que este se ha ido adaptando a diversas situaciones históricas. Frente a esto, Zardar propone “(…)ver al orientalismo como una serie de discursos, cambiantes, adaptados a las tendencias históricas, académicas y literarias, aunque trabados por un conjunto de rasgos comunes”.   
Pese a  esta discusión de marcados tintes académicos, hay un hecho que es bastante evidente: todo individuo que se considere a si mismo como perteneciente a la cultura occidental tiene una serie de ideas asociadas al mundo oriental. Estas ideas, especialmente en aquellas personas que no han tenido un contacto serio con alguna práctica “de tipo oriental”, comparten presupuestos muy similares. Lo que aquí me interesa desarrollar es como actúan estos presupuestos en el concepto generalizado que se tiene acerca de las artes marciales chinas, conocidas bajo el nombre de “Kung Fu”, y sus consecuencias eminentemente prácticas.
La primera dificultad con la que tienen que lidiar estas artes marciales es la de no ser conocidas por su nombre. La falsa denominación con la que tienen  que cargar es aquella muy popular conocida como “Kung Fu”. Si cualquiera de nosotros nos acercáramos a un chino, y pidiéramos que nos enseñe “Kung Fu”, probablemente nos miraría con cierta confusión, solicitando más precisiones. Lo que ocurre es que este término, en chino, nos esta diciendo “Kung”: entrenamiento, “Fu”: tiempo, algo que podríamos traducir como “habilidad generada por el tiempo de entrenamiento”. Así, se puede hacer Kung Fu, tanto en la cocina, en las artes marciales, como en la interpretación de una pieza musical. Es por eso que las artes marciales chinas, en realidad se denominan “Wushu Kung Fu”, entendiendo “Wu” como “marcial”, y “Shu” como método o técnica. Pero entonces cabe preguntarse cómo es que nos ha sido conocido el Wushu, bajo el nombre de Kung Fu.
La respuesta la encontramos principalmente en el cine y en la televisión. La serie Kung Fu, que se hizo popular en la Argentina, especialmente en las décadas de los 70 y los 80, fue responsable en gran parte de introducir una serie de prejuicios que conformaron una imagen completamente falsa y distorsionada de este arte marcial. Si vemos estos prejuicios con más detalle, y sus consecuencias prácticas, la cuestión de la falsa denominación queda reducida a un mero detalle. A partir de esta serie es que creemos, en primer lugar, que el templo Shaolin es la cuna de todas las artes marciales chinas, lo cual no es cierto, ya que estas existían mucho tiempo antes que los monjes Shaolin aprendieran ciertos métodos de combate y de fortalecimiento de la salud. Creemos que el “Kung fu” es una práctica de carácter místico, prácticamente mágico, la cual nos dará poderes especiales como destruir objetos con la mente, esquivar balas con rápidos movimientos corporales, o incluso volar.
Todos estos conceptos se patentizan en las expectativas con las que muchas personas se acercan a una escuela de Wushu. Esperan encontrar a un maestro o “Shifu”, preferentemente entrado en edad, que los acepte como discípulos, y los inicie en el místico mundo del Kung fu. Esperan que el comienzo no sea sencillo, sino atravesado de prácticas tortuosas destinadas a que el cuerpo aprenda a soportar el dolor, y sobre todo, esperan encontrar en ese maestro una serie de exhortaciones morales para conducir sus vidas. Pero al entrar al lugar de práctica, el panorama se torna ligeramente distinto: ven personas comunes y corrientes, vestidas con ropa cómoda, con mayores habilidades físicas, dando saltos altos, giros y patadas en el aire, algo digno de apreciar, pero nada humanamente imposible. Ven secuencias de movimientos rápidos, como coreografías marciales en las que falta el contrincante, también digno de apreciar, pero no se pueden identificar los tigres feroces ni los terribles dragones. Todo esto suele acarrear un sentimiento de decepción, el cual puede empeorar cuando se descubre que los chinos mismos practican de un modo similar, pero, como si fuera poco, lo hacen con ropa deportiva “Adidas”.
Sin embargo, las peores consecuencias practicas de estos prejuicios muchas veces están más allá de la simple decepción generada por las diferencias entre las falsas expectativas y la realidad, sino que se dan cuando falsos “maestros” deciden explotar estas fantasías. Es así como proliferan “escuelas de Kung Fu” que venden un producto casi irresistible, al mando de maestros semi-divinos que se apoderan tanto de los cuerpos, las practicas, y las voluntades de sus discípulos, a los cuales terminan perjudicando tanto física como psicológicamente. Cabría preguntarse como es que estas “sectas” se mantienen vivas hoy en día. Lamentablemente, la respuesta aparece de forma bastante evidente: nadie quiere ser despertado de sus fantasías, y estos grupos simplemente fingen ofrecer lo que muchos buscan al acercarse a estas artes marciales.
En este punto puedo finalmente abordar la que considero la cuestión central de este ensayo: ¿qué imagen de nosotros mismos, en tanto “cultura occidental”, nos devuelve el análisis de estos prejuicios, y el del sentimiento de decepción aparejado al enfrentar estos con la realidad?.
En primer lugar, parece constatarse en este caso puntual la afirmación de Zardad en cuanto a que el poder que tiene el orientalismo sobre la mentalidad occidental es fundamentalmente estético. Desde aquí sostiene que la visión que tiene occidente sobre oriente es el núcleo más íntimo de su deseo. Oriente representa lo completamente otro, lo exótico, aquello que está más allá del límite de nuestras posibilidades. Oriente es la fuente de nuestras fantasías colectivas, es por eso que queremos creer que los maestros chinos vuelan en la realidad, tal como los muestran las películas, pero no consideramos lo mismo acerca de Superman. Queremos creer, y queremos que esa fantasía nos sea alimentada, ya que es lo que mantiene vivo nuestro deseo.
En cuanto a la decepción típica que se experimenta al observar la práctica de este arte marcial con esta carga prejuicial previa, creo que un análisis detenido de este sentimiento puede ser más revelador sobre nuestro modo de pensar, que el de los prejuicios mismos. Aquí podemos ver como actúan los principios de la lógica binaria. Entonces, al encontrarnos con una actividad deportiva, inferimos que no tiene absolutamente nada que ver con lo “espiritual”; al ver movimientos tan estetizados, concluimos en que no tienen aplicación marcial; al no haber un código ético explícito, consideramos que no hay ningún tipo de ethos a la base. Como estas, podrían enumerarse muchas más inferencias. Considero que aquí aparecen finalmente los verdaderos y más profundos prejuicios sobre el Wushu. Es que este es un deporte, pero no se agota en lo deportivo, sino que en el tiempo de práctica se incorporan modos de conducirse en todos los ámbitos de la vida, se cultiva el autoconocimiento, la seguridad en uno mismo, la constancia. Se experimenta como las aptitudes contrarias en realidad se complementan, se implican, se vivencia como es que hay un momento para cada aspecto. Y puede apreciarse como es que el aprendizaje no es lineal, y la sensación de volver al comienzo para hacerlo mejor, sabiendo que nunca se llega, que nunca se acaba. Y puede comprenderse que detrás de un movimiento estético, hay una técnica marcial, y se revela un aspecto de un ethos, y que estas esferas son indisociables.
Pero este modo de habitar el mundo que se configura a través de una práctica sincera, no puede decirse, no pertenece al orden del discurso. Es completamente experiencial, y por más que intente ofrecer pobres esbozos de este ethos, no se comprende si no se pasa a través del cuerpo.

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